Mito de Quetzalcoatl

La verdadera historia del "dios barbado" llamado Quetzalcóatl

Desde que Cristóbal Colón llegó a las costas de América, han surgido muchos mitos, mientras que algunos de estos mitos se han visto como lo que son, muchos otros persisten en el imaginario como un hecho. Uno de estos mitos es que los Aztecas creían que Hernán Cortés, el líder de una banda de conquistadores, era en realidad una deidad reencarnada con el nombre de Quetzalcóatl.

Según la historia, los Aztecas creían en un dios blanco y con barba llamado Quetzalcoatl que, mucho tiempo, atrás había desaparecido en el este. Sin embargo, antes de irse, prometió volver, cuando Cortés y su tripulación de españoles desembarcaron en México en 1519, muchos pensaron que eran dioses.

Y cuando su marcha hacia el interior les llevó a las puertas del emperador Azteca, éste reconoció quién era Cortés en realidad, Moctezuma un hombre piadoso, proclamó que Cortés era en realidad el mismísimo Quetzalcóatl, venido a cumplir la profecía y a continuación, entregó amablemente las llaves de su imperio al dios blanco y barbudo.

Este cuento se ha convertido en algo tan omnipresente en el imaginario moderno que incluso lo enseñan en las clases de historia en primaria. Cuando mi maestra me dijo que esta historia era un hecho real yo seguí creyendo en el mito durante años. Fue hasta la universidad, cuando me interesé más por estudiar la historia del México precolombino y las sociedades coloniales que produjo, fue entonces cuando aprendí que la historia de un dios blanco y barbudo llamado Quetzalcóatl era un mito.

En este artículo, me gustaría explorar este mito, examinando por qué es falso, cómo surgió y por qué tanto los europeos como los indígenas del México posterior a la conquista llegaron a creer en él. Pero primero, profundicemos rápidamente en la historia del verdadero Quetzalcóatl y sus orígenes teológicos en Mesoamérica.

El verdadero Quetzalcoatl, la serpiente emplumada

La Serpiente Emplumada hizo su primera aparición en los registros arqueológicos hace más de 2.000 años, en el corazón de la civilización Olmeca, en el yacimiento conocido como La Venta, en el actual estado de Tabasco (México), los arqueólogos descubrieron una talla de una serpiente con pico y cresta de plumas, con aves (o quetzal en náhuatl, la lengua de los Aztecas) a ambos lados. Bajo los olmecas, La Venta floreció desde el año 900 a.C. hasta algún momento entre el 300 y el 200 a.C. Acreditada como la madre de la civilización en Mesoamérica, los Olmecas difundieron su cultura por toda la región, incluida su creencia en la deidad de la Serpiente Emplumada.

La siguiente gran civilización que dejó señales del culto a Quetzalcóatl fue Teotihuacán, aunque los estudiosos no saben quién construyó y habitó esta magnífica ciudad antigua, su gente grabó en piedra su reverencia a Quetzalcóatl. El sitio contiene tres grandes pirámides: la Pirámide del Sol, la Ciudadela y el Templo de la Serpiente Emplumada.

Construido alrededor del año 150 d.C., el Templo de la Serpiente Emplumada, también conocido como Templo de Quetzalcóatl, era la tercera pirámide más grande de la ciudad. Formada por siete niveles, la fachada de la pirámide está repleta de tallas de serpientes. El simbolismo de Quetzalcóatl aquí es intrigante.

Los arqueólogos sostienen que los tocados ornamentados de las serpientes representan el tiempo. Esto sugiere que el pueblo de Teotihuacan otorgó a Quetzalcoatl un papel en la creación del calendario, un papel que seguiría desempeñando en civilizaciones posteriores.

Teotihuacan estaba abandonada para el año 750 d.C., representa un punto importante en la evolución de Quetzalcoatl en el pensamiento mesoamericano.

Cuando los Aztecas aparecieron en escena en la Mesoamérica del siglo XIV, Quetzalcóatl se había convertido en un dios importante para muchos pueblos de la región y durante los siglos de ascenso al poder de los Aztecas, el dios llegó a desempeñar una serie de funciones en las creencias Aztecas.

Por ejemplo, le atribuían la creación del universo, la humanidad, el calendario y su cultivo más importante, el maíz. Los Aztecas también se basaron en antiguas tradiciones que asociaban a Quetzalcóatl con la ciencia, las artes y el aprendizaje, así como con el planeta Venus y por si fuera poco, también se le asociaba estrechamente con la lluvia.

A pesar de los diversos papeles y hechos atribuidos a Quetzalcoatl en la teología Azteca, no era el dios más importante adorado en Tenochtitlan, la capital del imperio Azteca, de hecho en ninguna parte de las tradiciones de los Aztecas, o de los Olmecas, Toltecas, Mayas o de muchas otras culturas, el dios Serpiente Emplumada desapareció, prometiendo que un día regresaría.

Plantando las semillas de un mito

¿Cómo surgió este mito entonces? Como ocurre con la mayoría de los fenómenos históricos, muchos acontecimientos alimentaron la leyenda de Cortés como Quetzalcóatl, como los afluentes de un río. Tal vez uno de los primeros en ocurrir, cronológicamente, fue una simple cuestión de una mala traducción.

Cuando los españoles llegaron a la costa mexicana en 1519, eran unos completos desconocidos en el mundo mesoamericano. Así, a medida que los españoles se adentraban en el interior, los pueblos por los que pasaban, y a veces destruían, no tenían ni idea de cómo llamarlos.

En la Mesoamérica del siglo XVI, parte de la identidad de una persona era su ciudad de origen o el papel social que desempeñaba. Con el tiempo, los hablantes de habla náhuatl denominaron a los españoles como caxtilteca, o gente de Castilla; pero eso fue hasta años después, por el momento nadie sabía de dónde habían venido los españoles, por lo que no podían etiquetarlos de forma tradicional.

Sin embargo, parece que muchos habitantes de la región estaban impresionados por las armas y los caballos españoles. Al fin y al cabo, en aquella época no existía nada parecido en México. Cuando los españoles registraron las interacciones que tuvieron con los diversos pueblos del centro de México, anotaron que éstos los llamaban "teotl". En náhuatl, teotl puede significar dios, y ésta fue la traducción a la que se aferraron los españoles.

Pero teotl también tenía otros significados. Como explica el historiador Matthew Restall, "podía combinarse con otras palabras... para calificarlas no como específicamente piadosas o divinas, sino como finas, elegantes, grandes, poderosas, etc.".

Impresionados por los caballos y los bienes que traían los españoles (espejos), los pueblos que se encontraron con Cortés en su marcha hacia el interior supusieron que los europeos eran gente importante y a falta de otra forma de distinguirlos en el habla, utilizaron la palabra 'teotl' para denotar esto, que los cronistas españoles posteriores malinterpretaron como 'dios'.

Si los Aztecas hubieran creído de verdad que Cortés era un dios, el propio Cortés lo habría hecho notar. Pero en todas las cartas que escribió al rey Carlos V en las que intentaba establecer la legitimidad política y moral de la guerra que inició, nunca lo menciona. Incluso cuando describe su primer encuentro con Moctezuma, el emperador Azteca, Cortés retrata a Moctezuma reconociendo la humanidad del español. En una carta a Carlos V, Cortés relata cómo Moctezuma le dijo: "Mira que soy de carne y hueso como tú y todos los demás hombres, y soy mortal y sustancial".

Nunca sabremos si Moctezuma pronunció realmente esas palabras, pero si el emperador Azteca había proclamado la divinidad de Cortés, ¿por qué el conquistador lo omitió en su carta? seguramente, tal cosa habría llegado lejos en sus intentos de justificar las conquistas que buscaba en el Nuevo Mundo.

Además, en medio de la batalla por esa conquista, los Aztecas no se sentaron pasivamente a ver cómo los españoles tomaban su capital de Tenochtitlan. Si bien es cierto que los caballos y las armas españolas les parecían fascinantes, los propios españoles no tardaron en agotarse.

En la guerra tradicional Azteca, los soldados capturaban a sus enemigos para sacrificarlos, lo que se consideraba una muerte honorable. Sin embargo, en su guerra contra los conquistadores, los guerreros Aztecas asestaban un golpe devastador en la nuca de su oponente siempre que podían. En la Tenochtitlan anterior a la conquista, esta muerte estaba reservada a los criminales de la ciudad.

A través del reexamen de la palabra "teotl" y una mirada más cercana a las acciones que sabemos que los Aztecas tomaron con respecto a la presencia española, podemos decir con certeza que no veían a Cortés como un dios. Para comprender mejor cómo este mito llegó a impregnar tanto la historia europea como la mesoamericana de la conquista, debemos examinar las obras de destacados pensadores del México posterior a la conquista.

Uno de los más destacados de estos pensadores es el fraile franciscano Toribio de Benavente, conocido por la historia como Motolinía. Aunque en las décadas posteriores a la guerra Azteca-española, muchos cronistas españoles hicieron mención a las formas variantes de teotl utilizadas para identificar a los conquistadores, la mayoría lo dejó así. Se limitaron a observar su uso, diciendo a sus lectores que se traducía como "dios" o "dioses" y siguieron adelante. Pero Motolinía dio un paso más.

Consideró esta mala traducción como una prueba de la aprobación de Dios.

Escribiendo sobre la época de la conquista y post-conquista mientras vivía en el Valle de México como misionero, Motolinía señaló que los nahuas "llamaban a los castellanos teteuh, que es decir dioses, y los castellanos, corrompiendo la palabra, decían teules." Para Motolinía, el uso de esta palabra denotaba que los mesoamericanos habían estado esperando la llegada de los españoles. Como señala Restall, esta "anticipación... demostró que la Conquista era parte del plan de Dios para las Américas".

Unos 30 años después de que Motolinía escribiera esas palabras, el mito de Cortés como Quetzalcóatl alcanzó su penúltima forma en la obra de Bernardino de Sahagún. Conocido como el Códice Florentino, esta obra gigantesca constaba de 12 libros que tardaron unos 45 años en compilarse.

Sahagún, hombre inteligente y con aptitudes para los idiomas, viajó a México como parte de los intentos de la orden franciscana de convertir a las poblaciones indígenas al cristianismo, durante su estancia, Sahagún aprendió a hablar náhuatl.

Con sus recién adquiridos conocimientos de náhuatl, Sahagún reclutó a los hijos de las élites nahuas para que trabajaran con él en la creación del Códice, con Sahagún desempeñando esencialmente el papel de director del proyecto, sus ayudantes nahuas escribieron la mayor parte del Códice Florentino.

Esto dio al Códice un punto de vista decididamente indígena sobre la conquista de México, sin embargo en este texto compuesto por jóvenes eruditos Aztecas en las décadas posteriores a la conquista, vemos la siguiente representación de Moctezuma preparándose para la llegada de Cortés:

"Cuando Moteucçoma oyó la noticia, inmediatamente envió gente para el recibimiento de Quetzalcoatl, porque pensaron que era él quien venía, porque lo esperaban diariamente".

Razones para creer

Aunque la forma del mito de Cortés como Quetzalcóatl que a muchos nos enseñaron cuando éramos niños no surgió hasta la década de 1560, unos cuarenta años después de la caída del imperio Azteca, tanto la población europea como la nahua tenían razones para creer en él.

Para cuando se publicó el Códice Florentino, los días de los conquistadores ya habían pasado y el imperio español del Nuevo Mundo estaba establecido. Para algunos europeos, la noción de inferioridad indígena era suficiente para explicar el éxito de los conquistadores españoles. Otros españoles que emigraron a la colonia construida sobre las ruinas del imperio Azteca, conocida como Nueva España, observaron sin duda el injusto trato que recibían las poblaciones indígenas a manos del imperio español.

Por suerte, el mito de Cortés como Quetzalcóatl ayudó a mitigar, al menos en parte, el sentimiento de culpa de los colonos. Como dijo la historiadora Camilla Townsend, el mito demostraba que "los europeos no sólo habían sido bienvenidos, sino que habían sido adorados".

Quetzalcóatl: De Serpiente Emplumada a Dios Creador

Xolotl - El dios perro del inframundo de los Aztecas

El río de Mercurio en el inframundo de la pirámide de Quetzalcóatl puede conducir a la tumba real

Los nahuas tenían que responder a la pregunta contraria: ¿Cómo caímos del poder? Los nahuas que ayudaron a Sahagún a crear el Códice Florentino sabían que las poblaciones indígenas del Nuevo Mundo no eran inferiores a los europeos. Al fin y al cabo, sus antepasados habían construido la ciudad más sofisticada del mundo, Tenochtitlan, y el imperio Azteca nunca había conocido la derrota. Además, tenían recuerdos personales de padres y abuelos que habían luchado contra Cortés y sus conquistadores.

Para explicar la caída de los Aztecas del poder, los escritores nahuas del Códice Florentino atribuyeron a sus antepasados un atributo generalmente positivo, "la piedad", en lugar del atributo negativo utilizado por algunos europeos, la inferioridad. Al explicar la pérdida Azteca a través de esta lente positiva, los nahuas del México posterior a la conquista podían seguir confiando en la fuerza e inteligencia de sus antepasados, al tiempo que explicaban su derrota en la guerra Azteca-española. ¿Se podría culpar a Moctezuma y a su imperio de haber perdido si se hubieran aturdido, aunque sólo fuera temporalmente, por la abrumadora reverencia a sus dioses?

Exponiendo el mito de Cortés como Quetzalcóatl

El mito de Cortés como Quetzalcóatl había cobrado fuerza durante algunas décadas antes de que se comenzara a trabajar en el Códice Florentino. En la década de 1560, había alcanzado su forma final, la que sobrevive hasta hoy. Para entender realmente lo que ocurrió en los años de la invasión y conquista española de México, y en realidad para entender la historia de la colonización europea en general, debemos desenmascarar este mito, y otros similares, como falsos.

Mitos como éste niegan la capacidad de acción a los colonizados, hacen que la victoria europea parezca inevitable cuando no lo fue, y nos impiden conocer la verdadera historia, mucho más interesante.

Volver arriba