TESTAMENTO DE MI CEREBRO
El terror de la sombra
TESTAMENTO DE MI C E R E B R O
Callada y sigilosamente me asesina
la espantable seguridad
de que yo seré un loco. . . !
En el terror mi Espíritu camina
y la Sombra y la Muerte en mi convoco....
La noche me da miedo. . . Su soledad
alza mil garras que me estrechan:
despavoridos ojos fijamente me acechan,
y soy como un beodo en plena obscuridad...
Un fatídico frío me encadena
a la brutal visión de lo Inconsciente;
un pavor al pensar me abraza v llena
torturando y mordiéndome la mente . . .
En la quietud crujen los muebles y me aterro.
las mudas horas de la noche cuento,
y ríe el Viento, y llora el Viento:
y pasa en las tinieblas un entierro...
Tal vez nadie conozca ese momento
de ver en desnudez su pensamiento;
tal vez nadie conozca ese tormento
de escuchar una voz que al oído
es como el alarido
de un Espectro que hablara...
Fatídica visión la noche me depara.
cuando siendo YO mismo, creo no ser el Mismo
cuando en frío silencio, cuando en vasta quietud
experimento la tétrica inquietud
de esa HORA que ha de llegar.
—enmascarado y lúgubre asesino—
que tiene la misión de estrangular
mi corazón, mi pensamiento y mi Destino.
Es entonces que pienso
en la noche mortal de la Locura;
y mi Espíritu grita; y velo denso.
como losa letal de sepultura,
aplasta sin piedad la vestidura
de mi anhelo infinito por lo inmenso.
Entonces es que palpo la estructura
de mi cerebro—en que el cansancio impera—,
como cirio encendido, cuya cera
se derrite en fulgor y en amargura,
bajo la bocanada de la noche obscura.
Y vendrá la Locura!
Ha de venir la Lívida Asesina
con sus siniestros pasos de pantera:
saltará de la Sombra en que camina,
y sonriente y feroz, fatídica y artera,
extenderá hasta mí su Garra Traicionera.
— con mueca de Mujer y calavera—.
Tal vez algo de luz quede en mi mente para
ver las tinieblas. . .
Sentiré horrible miedo!
y lentamente,
mis ideas se harán trágico enredo,
ante un viejo Doctor indiferente.
Y seré el loco!
Desamparo en mi sombra ha de ceñirme!
y muerto para el mundo,
faro sin luz, lúgubre faro,
del Manicomio yerto en lo profundo,
me tocará morirme,
y sin querer reír, reírme. . . !
. . . Un ataúd que compran
unos hombres contentos.
- que fueron mis amigos—.
Aserrarán mi Cráneo unos idiotas,
— para estudiar—.
Y después... La derrota final de las derrotas
la podredumbre pavorosa y sin testigos...
Es la verdad :
me asesina la espantable seguridad
de que YO seré un loco!
He de pasar el trance inofensivamente:
he de ser silencioso-—y tal vez más Poeta-
y diré sólo esto, perturbadoramente :
que muero del cansancio del Planeta.
Y heladas ya mis pálidas cenizas.
—Fénix de Lux—volando de sus rastros,
más allá de las nubes y las brisas,
preguntaré por DIOS entre los astros.
CLAUDIO DE ALAS